Se dio cuenta que no necesita a nadie para ser feliz;
ni quería pertenecer a nadie, y tampoco que le pertenecieran.
Su soledad se convirtió en su aliada:
disfrutaba de ella, de esos momentos a solas con sus pensamientos, sentimientos y emociones, en los que nadie la interrumpía.
Comprendió entonces que era libre, que a nadie debía explicaciones, que podía emocionarse y llorar sin sentirse juzgada, que le gustaba tener sus momentos de intimidad, sola o acompañada, compañías elegidas con esmero pero sin compromiso.
Y así, por fin, comenzó a vivir....!!!