Mi blog

Todo lo publicado en este blog es original y escrito por mi, no ha sido sacado de ningún texto, ni libro, ni página web.
Publicar y mantener un blog cuesta trabajo y esfuerzo, por lo que pido que si algo se comparte, vaya acompañado de mi nick, lo considero un manera de reconocer el esfuerzo llevado a cabo.
Daos las gracias a tod@s por leer mis historias y por seguirme.
Deseo que lo disfrutéis tanto como yo disfruto escribiendo.
Besos a tod@s.

martes, 13 de noviembre de 2012

Sábado noche


                Esa noche Silvia estaba dispuesta a triunfar.
                Se habia arreglado de manera que todos los hombres se fijaran en ella. Minifalda ceñida que resaltaba su culito respingón, camisa que realzaba su busto con un extenso escote, botas altas de tacón, melena suelta, maquillaje en su cara para realzar su mirada y sus labios, y su perfume preferido.
                Había llegado la hora en que había quedado con sus amigas, y juntas se encaminaron hacia la zona en la que siempre salían. Era sábado noche y segurísimo que los bares estaban llenos de gente que salía a lo mismo que ellas.
                Entraron en el primer bar; Silvia era consciente de que todos los hombres la miraban; no era para menos, para eso se había preparado y vestido de esa forma, y su figura la ayudaba mucho para su propósito. Quería dar rienda suelta a sus instintos, lo necesitaba, deseaba sentirse deseada y querida por un momento.
                Recorrió el pub con la mirada; vio a varios hombres que le atraían, pero había uno que especialmente le daba morbo.
                Alto, moreno, bien vestido, vaqueros y camisa blanca, elegante, guapo, al menos para ella, bien afeitado; estaba acompañado de más gente, y una de las chicas no dejaba de coquetear con él, pero para Silvia eso no era ningún impedimento.
                Comenzó a mirarlo, fijaba su vista en él, mientras daba pequeños sorbos al cubata y se movía delicadamente al son de la música. Llevaba ya un rato así, y al final “su hombre” la miró, una mirada rápida, pero ya se había fijado en ella. Silvia se fue acercando cada vez más. Y su presa cada vez distraía la mirada de su acompañante para mirarla a ella. Se puso junto a él, y no  dejaba de mirarlo. Y él se dio la vuelta, al fin, y la saludó con una sonrisa y un “buenas noches”.
                Comenzaron a hablar, Silvia le reía las gracias, aunque no las tuviera, y no dejaba de mirarlo a los ojos, coqueteando con él. Se tocaba el pelo, bebía el cubata de una pajita, pero sin quitar la atención de él. Y en un momento dado, Silvia se acercó más y lo besó. Puso su mano en la nuca de él para atraerle y llevó sus labios a los suyos. Fue un beso dulce, tierno, que él no rechazó, y ya no hubo vuelta atrás.
                Dejaron sus vasos en la barra, y él la cogió por la cintura y la atrajo hacia sí, la besó, pero esta vez fue salvaje, unieron sus lenguas como si no lo hubieran hecho ninguna otra vez. Sus labios eran solo uno, sus lenguas se acariciaban, intercambiando sabores, fluidos y deseo. Y Silvia no perdió el tiempo,  en su abrazo lo acariciaba, la espalda hasta llegar a su culo, duro, y se acercaba cada vez más a su cuerpo, hasta que notó su verga dura y entonces supo que era el momento de llevárselo a otro lado. Eran tales su deseo y excitación que no pudieron esperar y se metieron en el baño de señoras. No les importó que les echaran en cara que un hombre entrara en el baño de señoras, y mucho menos que entraran los dos al mismo baño. Entonces nadie existía, solamente ellos dos y sus instintos…
                Echaron el cierre a la puerta y siguieron besándose y acariciándose. Silvia llevó su mano a la entrepierna de él, y sintió su polla dura, sin perder tiempo le desabrochó el pantalón, y él a ella le metía mano por la minifalda para tratar de quitarle la tanga. Silvia lo ayudó, se la quitó y dejó su sexo libre, abierto para él. Se desabrochó la camisa y él retiró el sujetador para chuparle los tetas, y lamer los pezones, ya estaban duros, y a él le encantaba succionar como si fuera un niño. Se sentó en el inodoro, con los pantalones y los slips en los tobillos, y su verga tiesa y dura apuntando a su coño. No dejaba de besarla y recorrer con su lengua todo lo que tenía a su alcance. Sus manos se perdieron agarrándole el culo, estrujándolo para pasar luego al coño, mojado, lleno de jugos, disfrutando de su olor, a sexo, a excitación y a deseo.
                Silvia, de pie, apoyó una pierna en la de él para dejarle vía libre, dándole un primer plano de su clítoris, y él no pudo resistirse a la tentación de degustarlo. Su lengua buscaba esa vulva, hinchada, húmeda, llena de jugos, y ese olor que le embriagaba; jugueteaba con ella, y Silvia arqueaba su cuerpo, y comenzaba a gemir, su respiración se alteraba, le encantaba lo que le estaba haciendo…
                Pero quería sentirlo dentro de ella, así que se sentó encima de él y clavó la polla en su coño, estaba durísima, y cabalgó sobre él, los dos abrazados, se sentían una dentro del otro, destilando fuego por todo su cuerpo; sus cuerpos sudorosos gemían, se besaban jugando con sus lenguas, se tocaban, se miraban, sin dejar de cabalgar, saboreando ese momento, suspirando cada vez más y más fuerte, estaban a punto de correrse, los dos juntos….
                Silvia gritó de placer, y él derramó toda su leche dentro de ella, teniendo espasmos al llegar al orgasmo; sus cuerpos descansaron abrazados hasta recuperar el ritmo respiratorio; se vistieron y salieron del baño como si no hubiera pasado nada, ajenos a las miradas de las chicas que querían entrar en el baño.

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