Me resulta inevitable no pensar en ti. Recordar cómo me sedujiste, o cómo te seduje yo, ya no me acuerdo exactamente cómo sucedió.
Pero si recuerdo las ganas que nos teníamos y la complicidad que surgió entre nosotros.
primer beso desencadenó todo lo demás.
Las caricias, las ganas de tocarnos en medio del bar, sentir tu erección cuando me apretabas contra ti, los susurros en nuestros oidos, y el deseo de estar un lugar en el que pudiéramos disfrutar a nuestro antojo.
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